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El origen de uno de los mejores calzados del mundo

Alicante es la cuna del calzado en nuestro país y una de las principales referencias en todo el mundo dentro de este sector. Inspira cada día a marcas internacionales y a nuevas firmas que se lanzan a crear diseños con los que imitar la calidad del calzado alicantino. Esta fuerte posición del calzado alicantino debemos agradecérsela a décadas de tradición y especialización en las diferentes técnicas para obtener cada par. Pero, ¿sabes realmente cuál es el origen del calzado alicantino?

 

¿Cómo surge el calzado en la provincia de Alicante?

Para conocer la magnitud de este sector y su importancia en la economía debemos tener en cuenta algunos datos. ¿Sabías que la provincia de Alicante fabrica algo más del 65% de todo el calzado español?.

Solo entre tres municipios del Valle del Vinalopó (Elche, Elda y Villena) se concentran aproximadamente un 70% de todas las marcas nacionales de calzado. Esto se traduce en algo más de 2.500 firmas dedicadas a este sector. A consecuencia de ello, no solo existe un gran impacto en nuestra economía, sino también en nuestra forma de vida. En los últimos años, eran más de 16.500 los trabajadores que habían fabricado calzado de calidad en esta región de la provincia. Muchas de las empresas pueden contar con varias generaciones dedicadas a esta labor, por lo que las técnicas utilizadas antaño para crear auténticas obras de arte del calzado han logrado trascender durante décadas.

Para encontrar el origen de esta tradición debemos remontarnos a mediados del siglo XIX. Era una zona levantina con una rica pero escasa agricultura, la cual no era suficiente para dar sustento a todas las familias. Esta escasez y la estacionalidad de la industria agrícola, originaron una gran cantidad de migraciones hacia zonas donde se empezó a fabricar calzado. Puerta por puerta, en un momento en el que era necesario encontrar una actividad productiva para toda la mano de obra disponible.

Si viajamos unos años hacia delante nos podríamos encontrar con una Elda donde se ubicaban unos pocos talleres y algunas pequeñas fábricas de calzado. Igualmente, Elche, con menos de 40.000 habitantes y donde era posible localizar una pequeña parte del tejido empresarial dedicada a la industria alpargatera. Eran solo unos pocos los innovadores que reinvertían los beneficios de la agricultura en la creación de calzado. Y muchos de los que se atrevieron a fabricar calzado en aquel momento, fueron tachados de “locos” por la idea de que era una actividad poco productiva y con una reducida demanda.

 

¿Cómo evolucionó esta actividad durante los siguientes años?

Durante los siguientes años, remontándonos al siglo XX, vemos cómo esta actividad se expandirá a municipios próximos a los del Valle del Vinalopó. Pero fue algunos años después, en plena Primera Guerra Mundial, cuando el calzado alicantino se abrió a nuevos mercados internacionales. Se abasteció a numerosos países, exportando así la imagen de calidad que caracteriza a este calzado. Este fuerte incremento de la demanda, sumado a la fuerte tradición zapatera, y a la gran cantidad de mano de obra disponible ante el declive agrícola, propició la llegada de inversores extranjeros que ubicaron en la zona sus fábricas y generaron una gran cantidad de empleo.

Por desgracia, la Guerra Civil española tuvo lugar y supuso un duro golpe también para la industria zapatera, que vio de la noche a la mañana intervenidas y militarizadas una gran cantidad de sus fábricas. Algunas de las fábricas lograron mantener su propiedad pero se vieron muy condicionadas y tuvieron que adaptar su producción. Muchas de ellas se vieron obligadas a fabricar equipos militares dejando de lado el trabajo realizado hasta el momento y que les había permitido obtener un producto de una calidad única.

 

¿Cómo llegó el sector del calzado a transformarse hasta lo que es hoy en día?

Una vez concluida esta etapa bélica llegó la posguerra con su fuerte impacto sobre la economía española. Las empresas zapateras tuvieron que adaptarse a la situación y sacar músculo para salir adelante. Tras este duro periodo, las firmas zapateras sufrieron una situación inversa a la de los anteriores años de bonanza. La entrada del mercado asiático en la fabricación de calzado con sus reducidos costes y su elevada capacidad de reacción, hizo que fueran varias las compañías que exportaran su fabricación a este país. Otras de las tradicionales empresas de calzado no pudieron hacer frente al enorme crecimiento del mercado asiático y acabaron cerrando. En este momento surgieron nuevos emprendedores dispuestos a retomar la tradición zapatera que hizo crecer durante décadas esta región y crearon nuevas empresas de calzado, especialmente en la zona ilicitana.

Todas estas nuevas (y no tan nuevas) empresas que supieron hacer frente a la guerra de precios en el mercado decidieron adaptarse a los nuevos tiempos. Ofrecieron algo de lo que no disponían las empresas extranjeras: la fuerte tradición y especialización para crear productos de una increíble calidad. Durante este proceso, vimos cómo cada zona se especializó en un tipo de calzado. Por ejemplo, Elche decidió fabricar calzado masculino a precios más económicos. En Elda vimos cómo las compañías se especializaron en diseñar y fabricar calzado femenino (generalmente más caro y glamuroso). Por último, en Villena, encontramos una fuerte especialización en calzado infantil.

Durante años han sido muchas las empresas nacidas en la zona levantina de nuestro país y que han internacionalizado sus operaciones hasta convertirse en algunas de las principales marcas del mundo, comercializando originales diseños y productos que han calzado incluso a la realeza. Es por ello que podemos estar orgullosos de este patrimonio, cuyas técnicas todavía continúan tratando de imitar en otros mercados.

 

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